Si dividiéramos las ganancias de las mineras privadas del cobre entre todos los chilenos, le tocarían a cada uno 681 mil 333 pesos. Se podrían construir mil modernos estadios y 840 mil viviendas sociales. Alcanzaría para financiar 20 planes AUGE y, afírmense, 20 planes Transantiago. Eso sí: sin nacionalización del cobre, nada de eso es posible.
Por Maximiliano Proaño
Desde que asumió Bachelet venimos escuchando sobre los jugosos ingresos que está obteniendo el Estado chileno gracias al alto precio del cobre. Sin embargo, lo que las noticias se guardan es que el Estado, a través de Codelco, explota sólo el 32.5% del total del cobre que se extrae anualmente de nuestro subsuelo. El 67,5% restante lo hace la minería privada. Es decir, si el Estado obtiene apenas el 32.5% de los ingresos y aún así el presupuesto del país se empina como uno de los más abultados de su historia: ¿cuánto ganan las mineras privadas con la extracción del 67,5% restante del cobre de todos los chilenos?
Si transformamos estos porcentajes en billetes podemos decir que el 2006 Codelco aportó al país 9 mil 215 millones de dólares. En el mismo año, las mineras privadas se llevaron la frijolera de 20 mil millones de dólares, pero aportaron al país sólo 2 mil 500 millones por concepto de impuesto a la renta y royalty. En cortito, esto significa que las privadas, ganando más del doble, aportaron menos de un tercio que Codelco.
¿En qué cuestiones concretas se traduce esta brutalidad de plata perdida por los chilenos? Atención: si dividiéramos las ganancias de las mineras privadas entre todos nos tocarían a cada uno 681 mil 333 pesos, más de dos sueldos “éticos” por persona. Se podrían construir mil modernos estadios o el doble de viviendas sociales que se necesitan para terminar con el déficit habitacional (420.000 hogares). Alcanzaría también para financiar 20 planes AUGE y, afírmense, 20 planes Transantiago.
¿Por qué permitimos que un recurso perteneciente a todos los chilenos sea explotado por un puñado de particulares que, aparte de reventar sus bolsillos personales, invierte las monedas en el extranjero?, ¿cómo fue que llegamos a esto?
DE PROPIEDAD DE TODOS A NEGOCIO DE POCOS
El 11 de julio de 1971, hace 36 años, el Congreso pleno, izquierda y derecha unidas, aprobó la nacionalización del cobre chileno impulsada por el Presidente Salvador Allende. Mediante la modificación del artículo 10 de la Constitución de ese entonces, el cobre pasó a ser propiedad de todos los ciudadanos “por exigirlo el interés nacional y en ejercicio del derecho soberano e inalienable del Estado de disponer libremente de sus riquezas y recursos naturales”. Tate. De ahí en adelante, el 11 de julio será conocido como el día de la dignidad nacional.
Luego vendría el golpe, los días del tata y la privatización de empresas del Estado a precio de huevo. La gran minería del cobre no fue la excepción. El ideólogo de la desnacionalización del metal durante la dictadura fue José Piñera Echenique, sí, el hermano del Tatán craneó la Ley sobre Concesiones Mineras (también lo hizo con el Código Laboral y el nefasto sistema privado de pensiones), que hace que las mineras privadas sean prácticamente inexpropiables y gocen de condiciones de indemnización ridículamente favorables.
En 1978, la Empresa Nacional de Minería ENAMI vende La Disputada de Las Condes a la transnacional Exxon (célebre por la tragedia ecológica ocasionada por el derrame de uno de sus barcos petroleros en Alaska), en 98 millones de dólares. Será la primera enajenación de un mineral chileno después de la nacionalización conquistada en 1971.
Seis años después, el escándalo es aún mayor. El Estado cede gratuitamente la concesión de Escondida -hoy el mineral de cobre a tajo abierto más grande del mundo- a Utah International, sociedad de inversiones norteamericana que financiaba prospecciones mineras en el desierto de Atacama. Ésta última logró mantener en secreto el valor del mineral que había descubierto, hasta que la ley Piñera le permitió vender los derechos a un consorcio extranjero, que tras sucesivos amagues de compraventa quedó encabezado por BHP Billiton, la principal transnacional del mundo.
Escondida es hoy la tercera empresa con mejores resultados en Latinoamérica, inmediatamente después de las brasileñas Petrobrás (pública) y Vale Río Doce. Sólo el año pasado registró 5 mil 325 millones de dólares en utilidades. Pero en 1984, el Estado chileno –artimañas legales de Piñera mediante- decidió, como si nada, regalarla.
¿Y LA ALEGRÍA, CUÁNDO?
Con la llegada de la Concertación parecía que la cosa podía mejorar. (“Chiiiiile, la alegría ya vieeeene”, se cantaba por esos días). Bueno. Malas noticias. La esperanza duró menos que chicle Dos en Uno. En 1990 se promulgó una ley que eximió del impuesto a la renta la venta de pertenencias mineras y otorgó otras regalías que bajaban los impuestos a las mineras privadas. Gracias a esta ley llegaron en masa las transnacionales, generando sobreproducción de cobre y la caída catastrófica para Chile del precio del mineral rojo.
Como si no bastara con facilitarle la vida a las transnacionales, en 1992 se promulgó otra ley que permitió enajenar minerales de “reposición” de Codelco, es decir, que no estuvieran en explotación, a mineras privadas. De ahí en adelante, las políticas de la Concertación siempre han ido en sentido contrario a la renacionalización del cobre. La última joyita fue el Royalty en el gobierno de Lagos que como resultado ha bajado en 7% los impuestos que pagan las mineras.
El Senador Lavandero fue un gran luchador en contra de los empresarios y políticos que querían apropiarse de las minas chilenas dejando para Codelco las que se están agotando.
Lamentablemente, le tendieron una trampa y lo sacaron de circulación.
El pretexto de Patricio Aylwin y de sus colaboradores para facilitar la entrega de las minas era que Chile no tenía recursdos para trabajarlas.
le tendieron una trampa? quienes? los niños a los cuales abusaba? la trampa fue haberlo denunciado? parece que tenemos diferentes puntos de vista de la palabra trampa