Es eso lo que nos motiva, a plantearles una serie de ideas y propuestas para ayudar a levantar una Universidad que no está bien, que falla en cosas elementales y que se desperfila cuando se la pone a prueba, no queremos ser recordados como una generación perdida, detrás de nosotros hay familias y esperanzas, detrás de todos hay sueños de mejoramiento de vida y amplia vocación de ser mejores, acá todos están llamados a aportar, desde el último funcionario hasta el último académico, pasando por todos los estudiantes.
El que haya sido rechazada NUEVAMENTE nuestra solicitud de acreditación es un golpe demasiado bajo, pero que claramente se veía venir. Quizás algunos culpen al “modelito”, pero insistir en eso es una mañosa miopía. La UTEM no fue acreditada porque no cumple criterios básicos, la acreditación chilena es una de las más simple y poco exigente de las que existen en el mundo y eso nos devela una institución que simplemente se encuentra en crisis. Crisis que no sólo debe verse en lo financiero aunque a algunos demasiado les gustaría que se delimitara ahí.
La UTEM vive una crisis de sentido, carece de un horizonte claro, de perspectiva es por eso que se abren y cierran carreras como si fueran puertas o ventanas, es por eso que nuestra misión y su práctica gira en torno a criterios financieros más que a las necesidades de un sector social o de un país con tal asquerosa distribución de la riqueza como es Chile. Sin embargo, esta crisis no sólo se vive en la UTEM, esto está pasando en casi todas las instituciones públicas de Chile, en unas estalla más temprano y en otras más tarde. Es el juego que los gobiernos de la Concertación nos han hecho jugar durante años, no nos engañemos, una cosa es que los que administran la universidad sean incompetentes para hacerlo, pero los gobiernos de la concertación han obligado a muchas casas de estudios a caer en lógicas de administración, de manejo académico, de autofinanciamiento que van en contra no sólo de los intereses de los que somos de la UTEM, sino que de todo Chile.
El desafío entonces, es que en conjunto, ya que sin la participación de la mayoría nada se consigue, veamos la forma de mejorar nuestra institución, de refundarla, de ponerla a la altura que se merece. Eso demora tiempo, no se hace de un día para otro, como algunos lo creen ingenuamente. Eso requiere esfuerzo e inteligencia para entender que lo que pasa en la UTEM es un tema de “Estado” como dicen los políticos tradicionales, es decir, es un tema de todos, por lo mismo que nuestra intención no es poner trabas ni limitar el accionar de aquellos esfuerzos más genuinos, sino que multiplicarlos, reproducirlos, ayudar a que se expresen y que se hagan visible, es ese en definitiva el camino que hemos decidido recorrer.
Un escenario donde todos caben y en donde todos pueden actuar.
El proceso de acreditación que se ejecuta nuevamente en la UTEM siempre estuvo lleno de dudas, incluso, las aspiraciones máximas de los encargados y encargadas del proceso apostaban a
que esta vez sí la universidad sería acreditada. Es decir, claramente podemos asegurar que existe conocimiento en lo que se está fallando, lo que falta es la voluntad para poder crear los espacios y las políticas para construir algo mejor.
Debemos trabajar no sólo para mejorar en lo que agentes externos aconsejan, sino que definir nuestros propios horizontes, cuando hay posibilidades de avanzar no sólo hay que hacerlo en lo
que otros nos dicen, sino que en lo que nosotros podamos detectar como superable. Esto lo decimos porque no nos convence el modelo completo de educación superior que existe en Chile, un sistema que sólo es servil a los poderosos, a la clase empresarial, a los Angelini, a los Lamarca, a los Luksic, a los Claro y a todos aquellos que saben que el modelito actual les sirve para aumentar las caudales torrentes de ganancias capitalistas. Y esto no es mera consigna, que hoy estén entrando jóvenes de familias más pobres al sistema no es el resultado del cambio de chaqueta ahora solidaria de los gobernantes, sino porque el modelo necesita mano de obra más capacitada, más “instruida” o más cultivada como diría un grupo de opinólogos.
Por eso el no estar acreditados no sólo hay que verlo como un conflicto, sino que como una oportunidad. Esto no significa que los que deben asumir la responsabilidad las ignoren. Avendaño por esto tiene que responder, sin caer en una cacería de brujas, los que administran la universidad tienen que asumir que no están capacitados ni tienen las competencias para manejar una institución de estas características. Esto significa dar un paso al costado, los responsables de este paso atrás deben irse.
He ahí también que planteamos que esto hay que verlo como una oportunidad histórica, las crisis sirven para probar con otras propuestas y alternativas. Las crisis sirven para dialogar y discutir,
para elaborar salidas y soluciones, y es en función de eso que trabajaremos. Sin embargo, que quede claro que si la misma clase soberbia no entiende que esas salidas “se construyen entre todos”, entraremos en un serio conflicto, del cual haremos todos los esfuerzos por salir victoriosos, quizás seamos jóvenes y la experticia nos falte, pero las ganas de aprender nos sobran, y para nosotros eso es lo que importa.
No hay que dejarse llevar por los cantos de sirena...
Hay que tener bastante cuidado con los oportunistas que son especialistas para aparecer en momentos como estos. Los oportunistas se encuentran en todos lados, los hay entre los académicos, los hay entre los funcionarios y los hay entre los estudiantes. Van a buscar acumular para sus intereses y no para los colectivos, como no tenemos claro cuales son esos intereses colectivos es muy fácil que se impongan ambiciones personales por sobre los de toda la comunidad.
Avanzar con propuestas, no busca evitar el conflicto, sino cambiar la manera en que se platea.
Es por lo mismo que no hay que aceptar actitudes “mesiánicas” de aquellos iluminados que pretenden “salvar el mundo” porque eso no existe. Es necesario terminar con cualquier tipo de paternalismo, por más bien intencionado que sea, el cambio exitoso es aquel que se hace con el esfuerzo de cada uno de nosotros, donde todos cumplimos roles importantes al fin y al cabo para el resultado que se espera.
Es en función de eso es que el movimiento que se pueda generar no debe ser reaccionario sino de acción, propositivo, no violento, masivo, con las cosas claras, creativo, alegre, democrático porque no margina a nadie, amplio porque recibe a viejos y jóvenes, hombres y mujeres. Para eso hay que conversar, conocernos y entender que el otro puede ser un aporte a esta tarea y no una piedra en el camino, siempre teniendo claro que no todos tienen siempre buenas intenciones.
Claramente van a pretender cambiarnos el problema, unos nos van a decir que es culpa del ministerio, otros nos van a decir que son los mismos que se roban plata, o quizás nos digan que acá el desafío es echar al rector o que todo es mentira y que la universidad está bien. Para nosotros lo importante es que no nos cambien el tema o no lo disfracen, acá hay una crisis de sentido porque no se sabe como avanzar y es eso lo que lleva a que existan diferentes expresiones de esa falta de claridad.
Al rector se le puede pedir la renuncia, pero tengan desde ya claro, que ese no es nuestro principal objetivo y no porque Avendaño sea nuestro amigo (de hecho el ha sido uno de los principales opositores de nuestro movimiento, incluso, llegando a censurar cobardemente a compañeros de nuestra organización cuando eran dirigentes de Federación), sino porque nuestras motivaciones no son tan rascas, nosotros queremos construir una nueva universidad, no tenemos el capricho de hacerle la vida imposible a una persona, ahora, si Avendaño insiste en su comportamiento soberbio, tendrá que hacerse cargo y asumir las consecuencias.